Archive for the ‘Recomendaciones’ Category

La hija de Kafka

martes, junio 9th, 2009

e-13-1-c-kafka-0.jpgPara ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).

Dicen que el delirio es salirse de uno mismo, inventarse una situación, un hecho, creerse alguien que no se es, desembocar en cierta locura patológica que tanto puede llevar a ser el otro que quieres ser o al descacharre, a la pérdida de brújula con la que hallar el norte o el punto cardinal que se quiera; sin ella, no hay forma de encontrarlo.

La novela La hija de Kafka, de Mónica Sánchez, es un tratado sobre lo proclives que somos los seres ¿humanos? al delirio. Con el fino bisturí de una escritora con recursos, disecciona, irónica y riéndose de ella misma en muchas ocasiones, dos historias a la vez sin estar loca -ella, la autora-. Dos historias que van de la mano y que tienen tanto que ver entre sí que asustan. Una de ellas habla de la vileza humana y de la salsa rosa en que se convierte la exhibición de Julia Pastrana, un ser real de corte simiesco, pero con la sensibilidad de un ser adelantado a esos tiempos de revancha, que se deja humillar y morir por amor. ¿Quién es, pues, la bella y la bestia?

Quien cuenta la historia de Julia es Milena, la hija de Kafka. Milena, no ha conocido varón y de tanta necesidad se obsesiona con su vecino, a quien ve mirándola por la ventana, y cree que puede interesarle. Y ahí comienza el baile moroso: no le gusto, tengo barriga, tengo las piernas así y asá, y mis pechos ¿qué pechos? no le atraen, además siempre está con mujeres delgadas, atractivas… Milena, en definitiva, quiere ser otra y este hecho la esclaviza hasta tal punto que llegará a no reconocerse.

La historia transcurre a ritmo galopante y engarzada en una escalera de caracol diseñada para no saber si se baja o se sube. Así, al unísono, se va viendo la vida pareja de las dos protagonistas: la maltratada y sumisa, Julia Pastrana, y Milena, esa hija de Kafka que sin saberlo lleva un escarabajo sobre sus hombros y copos de nieve helando su sentido común. Historia de amor, desamor, locura y solidaridad, tejida alrededor del lector con la que envolvernos durante mucho tiempo después de haber llegado a su fin. 

La novela está publicada en Ediciones El Andén. Y como tristemente ya sabemos, muchos de los libros que alumbran nuestros saberes y neuronas, desaparecen de las librerías antes que después, por eso es conveniente entrar en Internet, porque ahí están al alcance de todos. ¡A disfrutarla, para que publique más! 

Los hombres que no amaban a las mujeres

martes, junio 2nd, 2009

b6-azca-2.jpgPara ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción por otros.

Tenía intención de no decir ni una palabra de Millenium, las novelas de Stieg Larsson, hasta que no leyera la tercera entrega y tuviera que sollozar rotundamente por esas otras siete que nos ha robado el destino. Claro que al escritor le ha quitado la vida. Por esta causa me voy a ceñir a la película.

Fui al cine con cierta prevención, sabiendo que nunca podría ser lo mismo y dudando de que el resultado me dejara sin aliento, como así pasó con el primer volumen. Dicho lo dicho he de alentar el ir a verla.

¿Pegas? Puede haberlas para los ortodoxos, esos que quieren que todo se haga tal cual se ha escrito, pero no para mí, pues pienso que aunque la película esté basada en una novela, hay que dejar manga ancha al director y guionista para ciertas licencias. Desde luego no puede resumir cerca de setecientas páginas en dos horas y media -metraje que va en AVE, te mantiene en vilo y no te permite apenas respirar-. Resumiendo: un atractivo trabajo, unos actores solventes y creibles -superlativa Noomi Rapace, en el papel de Lisbeth Salander, ¡hasta anda como ella!, según la describe Larsson-; a pesar de que no aparezcan una serie de temas importantes, como sí sucede en la novela, la película es un ente en sí misma, con vida propia, intriga a tope y crítica total a los abusos sexuales y malos tratos contra las mujeres. 

Si alguien tiene algo que decir que hable-escriba ahora o vaya al cine y calle para siempre. Buena tarde o noche. Aquí me encontrareis para las controversias.

El cerebro de Kennedy

miércoles, mayo 27th, 2009

e12-7-trabajador-1.jpgPara ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).

El escritor sueco Henning Mankell no deja de sorprenderme y, por supuesto, de atraparme. Tiene ese don. Hace de sus novelas un paseo desasosegante por su propio país y el de otros y te mete el miedo en el cuerpo cuando, sin apenas darte cuenta estás dentro de la piel de, en este caso, la protagonista. ¿Es este desasosiego inventado? El mío no. Me lo crea el escritor -por obra y gracia- tirando de ficción mezclada con la realidad brutal que, probablemente, ande por ahí escondida esperando asomar cuando más sosegados estemos.

Mankell se ventila los tempos de la historia con morosa parsimonia, a pesar del castrado respiro, cuando considera que así lo merece la trama. Consigue poner los pelos de punta en más de un momento e intenta apearnos de esos vuelos donde se intuye, en los otros pasajeros, un asesino con antigüedad y solvencia. En el regreso de Louise Cantor desde Grecia a Estocolmo, se encuentra a su único hijo muerto en circunstancias que, aunque los forenses reconocen como normales, ella no aceptará. Y ahí empieza un largo periplo enloquecido y aterrador. Sin respiro saltará de Australia a España, Suecia y Mozambique, haciendo preguntas, buscando respuestas y cada vez más desvastada su psique. Nunca hubiera querido descubrir aquello a lo que no le queda más remedio que enfrentarse. Lo hará aterrorizada, dislocada de pena y sin creer los dobles escondites de su hijo y el desconocimiento que ha tenido de su vida, su tiempo, su interés, sus amores… En una de sus idas y venidas tropieza con un lugar apartado y dejado de la mano del interés por curar, pero no de aquella otra -la industria farmaceútica- que sólo quiere investigar en los desechos humanos no, precisamente, para mitigar su dolor. 

Louise, localiza a su ex marido en un rincón donde se ha aislado para todo el mundo. Y al conocer la muerte de Henrik decide irse con Louise y hallar los porqués del suicidio, como afirma la policía. Ambos inician ese viaje que tendrá nuevas sorpresas e incomprensiones, a la par que irán descubriendo quién era Henrik y qué poco le conocían. Conclusión: todos llevamos a rastras lo mucho que escondemos junto a lo poquito que mostramos.

¿Qué tiene que ver en todo esto el cerebro de Kennedy? -Os preguntáreis-. Leer el libro y hallareis la respuesta. ¿Acaso preferís saber de antemano lo que se os avecina?  

La obra de Mankell me interesa no sólo cuando el protagonista es el policía Walander, si no  también cuando se remonta a siglos atrás y cuenta otra historia paralela a la que desarrolla en el momento actual; así me lleva a la carrera -la que yo me marco- hasta la conjunción de ambos caminos.

Así son El chino y Zapatos italianos, aunque poco o casi nada tengan que ver entre sí (intimista esta última, sin abandonar cierta intriga sobre las vidas que dibuja, pero más encarrilada a lo que hicieron en el pasado. Tampoco da de lado la soledad sea o no elegida y en constante duda de lo hecho y de aquello que pretendemos hacer, si las fuerzas lo permiten). Joyas, todas, para la reflexión, pues los temas son de una actualidad que raspan. Por cierto su ingente producción está publicada en Tusquets Editores.

El globo

jueves, marzo 12th, 2009

b2-globo-torrecaballeros-blog3.jpg  Para ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).

No significa «cogerse un globo» y enfadarse, tampoco comprarle un globo a los niños. Menos aún pincharles el globo para que lloren y pataleen. Ni siquiera tener la tripa como un globo. Hablo de subir en globo y ver la tierra desde arriba, la gente que va en coche, o la que camina acercándose al lugar por donde vuelas.

Ir escuchando el sonido del gas mientras con la mirada abarcas un vasto territorio y, allí de pie derecho, codeándote con los compañeros con los que compartes el viaje, piensas que nada de lo mirado es tuyo pero, en ese instante, está a tu entera disposición. Y si eres tan patosa como yo, aunque no lo pienses, sabes que cuando el globo aterrice tú te las verás y desearás para no esmorrarte cuando trates de saltar la cestita de marras. Sin embargo, a pesar de que, en efecto, casi me esmorré, no me  hubiera perdido ese vuelo y, si tengo ocasión, repetiré.

b2-globo-torrecaballeros-blog-7.jpg   Para ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).