Dicen que el delirio es salirse de uno mismo, inventarse una situación, un hecho, creerse alguien que no se es, desembocar en cierta locura patológica que tanto puede llevar a ser el otro que quieres ser o al descacharre, a la pérdida de brújula con la que hallar el norte o el punto cardinal que se quiera; sin ella, no hay forma de encontrarlo.
La novela La hija de Kafka, de Mónica Sánchez, es un tratado sobre lo proclives que somos los seres ¿humanos? al delirio. Con el fino bisturí de una escritora con recursos, disecciona, irónica y riéndose de ella misma en muchas ocasiones, dos historias a la vez sin estar loca -ella, la autora-. Dos historias que van de la mano y que tienen tanto que ver entre sí que asustan. Una de ellas habla de la vileza humana y de la salsa rosa en que se convierte la exhibición de Julia Pastrana, un ser real de corte simiesco, pero con la sensibilidad de un ser adelantado a esos tiempos de revancha, que se deja humillar y morir por amor. ¿Quién es, pues, la bella y la bestia?
Quien cuenta la historia de Julia es Milena, la hija de Kafka. Milena, no ha conocido varón y de tanta necesidad se obsesiona con su vecino, a quien ve mirándola por la ventana, y cree que puede interesarle. Y ahí comienza el baile moroso: no le gusto, tengo barriga, tengo las piernas así y asá, y mis pechos ¿qué pechos? no le atraen, además siempre está con mujeres delgadas, atractivas… Milena, en definitiva, quiere ser otra y este hecho la esclaviza hasta tal punto que llegará a no reconocerse.
La historia transcurre a ritmo galopante y engarzada en una escalera de caracol diseñada para no saber si se baja o se sube. Así, al unísono, se va viendo la vida pareja de las dos protagonistas: la maltratada y sumisa, Julia Pastrana, y Milena, esa hija de Kafka que sin saberlo lleva un escarabajo sobre sus hombros y copos de nieve helando su sentido común. Historia de amor, desamor, locura y solidaridad, tejida alrededor del lector con la que envolvernos durante mucho tiempo después de haber llegado a su fin.
La novela está publicada en Ediciones El Andén. Y como tristemente ya sabemos, muchos de los libros que alumbran nuestros saberes y neuronas, desaparecen de las librerías antes que después, por eso es conveniente entrar en Internet, porque ahí están al alcance de todos. ¡A disfrutarla, para que publique más!