El psiquiatra de los perdedores

c-15.jpgPara ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).

Carlos Castilla del Pino no tuvo que esforzarse mucho para ser un resistente de la izquierda, y un médico que dignificó a los enfermos mentales después de enfrentarse a las heridas de aquellas almas que habían perdido la Guerra Civil y pasaban por su consultorio, ubicado en el Dispensario de Psiquiatría e Higiene Mental de Córdoba. Esos perdedores  enloquecieron tras salvar su vida, gracias a esa ruleta rusa que da la suerte o la quita, o quizás fuese el destino o el que no les tocaba morir. Sin embargo, la salvación física no encerraba la psíquica. El trato dado por los vencedores a esos hombres y mujeres fue inhumano.

Castilla del Pino saltándose normas carcelarias, elevó a rango de excelencia el trato con los enfermos. Por eso estudió y escribió sobre el delirio, la tristeza, la depresión, la incomunicación… con el fin de aprender sobre el dolor humano y tratar de entenderlo; con el fin de si no curarlo, al menos mitigarlo. Por muy duro que fuera ese destino, el académico Castilla nunca olvidó esa dualidad -dos rostros: el que enseña y el que guarda- que vive permanentemente en nosotros, ni tampoco a esos hombres destruidos por la sinrazón de una guerra y por el odio que les persiguió hasta casi su aniquilación.

Ahí quedan sus obras para toda la vida, no sólo para estudiosos sino también para profanos a los que nos gusta sumergirnos en ese desconocido mundo del trastorno, la melancolía y la disfunción. ¿Acaso estamos libres de padecer estos desmanes de la naturaleza humana cuando cualquier sufrimiento puede quebrar las mentes? No lo olvidemos: la carencia de cordura puede tomar cuerpo con un solo clic.

Leave a Reply

You must be logged in to post a comment.