Miradas

e12-2-trinidad-0.jpgPara ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).

En Trinidad (Cuba), 1992, ella celebra su primera comunión y, radiante, con su traje blanco inmaculado de organdí, sale a a la puerta para ser admirada. ¡Y cómo la admiran!

Allí está él, sentado en el escalón, medio con la boca abierta, mordiéndose un dedo y relamiéndose por el sólo placer de contemplarla. Ha tenido la suerte -¿o la ha buscado?- de estar allí en el instante preciso, en el momento oportuno cuando la niña, que ha dejado atrás a sus compañeros de ceremonia con los pasteles a medio comer o a medio empezar, sonríe a alguien que no ve pero a quien busca con el rabillo del ojo.

¿Vale preguntarse -diecisisete años después- si era para el chaval su mirada? O, ¿esa picaresca y complaciente sonrisa era exclusivamente para ella misma? 

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