Primeras damas

d15-4-pto-de-la-cruz-3.jpg Para ampliar la foto haced clic en ella. (Foto propiedad de la autora. Sin permiso de reproducción a otros).

El revuelo que la fotografía publicada en el diario El País, en la que aparecían la princesa Leticia y Carla Bruni subiendo las escaleras al unísono, mostrando sus esbeltas figuras envueltas en trajes ceñidos, marcando la línea de sus oficiales culos, más tacón de aguja la primera y algo más bajo la segunda, para no sacar cabeza y media a Sarkozy (problema que se evita Leticia al tener una torre por marido), ha sido de una magnitud incontestable. Y si no que se lo digan a la Defensora del lector del diario citado.

A mí la fotografía me pareció extraordinaria, bien vista por su autor al tomarla desde el costado y así resaltar, con total intencionalidad, los perfiles de ambas a los que añade  ritmo sincronizado para traspasar, finalmente, lo visual al envolverlo en su particular ballet. Un hurra por el fotógrafo.

Sin embargo, son muchas las personas que han opinado que esta foto resulta la salsa rosa   de la política, además de ver la utilización sexista de la misma. Critican, pues, al periódico por haberla expuesto en la portada. Creo que, en ocasiones, pecamos de melindrosos compulsivos. Si bien, es bueno que la opinión y la polémica se desencadene para constatar que sin desatinos es bueno opinar gracias a la democracia conquistada.

En estos momentos, lo más seguro es que estas dos mujeres no piensen en envejecer sino en continuar con sus figuras más o menos perfectas y en la línea de lo que se lleva, además de gustar por donde quiera que van. Pero con el paso de los años, las puede suceder como a las de la foto aquí publicada: senos caídos, espaldas encorvadas, rodillas con prótesis, dedos artríticos tanto de las manos como de los pies, vientres fláccidos y todo aquello que no se ve. Pero ahí las tienen, con su pamelita, como gemelas, contemplándose alguna nueva deformación o hablando de la dolencia aparecida, pero en top less y con las ganas intactas de mostrarse.

¿Se han preguntado si nuestras primeras damas están contentas por aparecer en primera plana? A lo mejor estamos criticando al periódico y censurando el hecho y ellas, sin haber llegado todavía al estado de la foto de más arriba y, por tanto, hacer de la juventud y atractivo sus banderas, están encantadas de ser la apertura gráfica de El País. Entonces, ¿dónde está el problema?

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